martes, diciembre 09, 2008

Tejado

en este armario con puertas que traga luz desde la ventana
y estampa el cielo en cada dedo
y aulla el barco de cada cielo

Averte este atardecer tardio de verano
la cuestas llegan callendose a los pies

tengo unas puertas de armario secas
que no paran de temblar
que no quieren imaginarte en el tejado

tengo la ventana quieta de calma,
el aire frio de alma quebrar quiere esta pausa

el atisbo infinito de cielo cercano
prefiere el pudor a las calmas
con las que beso su cuello

mantiene en frescor la salmuera
adquiere el color, su cadera,
de ciento primavera

y la arena no para de limpiar la ducha de tierra
tierra en mis pies
barro en mis manos
manos descalzas
empuñan la boca
mientras los dientes se lanzan
en busca de hormigas
en oidas de amigas
en bufidas de cabra
en otoños ardientes
en domingos calentes
y veranos sin playa

dejame pegado a la pared de tu olvido
que se parece al deseo que miro entre tu ombligo
dejame caerte en los pies de entre los dedos caigo
de entre las rosas salgo
de entre los cuerpos bebo
y otra vez al oido salgo
a ver que acontece por ahi fuera
a ver que parece el mundo desde esta escalera
a ver como el domingo arde,
a ver si me place...

y con la mano sobre las cejas veo
como desde esta oreja todo parece mas feo
todo esta en calma hacia la cueva,
todo se extraña ahí afuera,

y el olvido olvidado
y la razon razonada
y los años pasando
y el otoño agotando la almohada

martes, diciembre 02, 2008

La Tierra, el Mar y el Cielo


Cuesta echarle el lazo al cordel más largo,
Vierte su espesa cuerda sobre las alas,
Visita el pueblo una sonrisa de anciana,
Bate el cobre nuestras alas
Piso el tiempo en tus escamas,
Un refugio entre las sabanas,
Un instante de agonía
Un minuto de maldad
Un minuto entre tus sabanas
Un minuto de maldad
Una, larga y fría,
Otra rauda y tía.

Del tiempo el calendario
De las sabanas la bajera,
Del ruido el barullo
Del delantal, las cuerdas,
Del alma la manta
Del espejo, tu reflejo,
Del mundo su espejismo
Y del culto, el estropajo

Como tienes hoy las orejas, están llenas de oídos o de cabezas,
Las tengo llenas de tierra, de pies a cabeza
Y el arrrma teñido de azul, y la cama manida de rosa,
Y el cuerpo clavado en espinas de dormir cada día…
Y descansar por las noches,
Y el cuerpo lleno de juerga, y el alma repleto de espinas
Y la calma en el bolsillo para tomar como aspirina,
y el olvido en la memoria en cada uno de los días.
Marcando las noches en vela, recuperando las mañanas
Desayunando en las aceras,
escupiendo al viento mientras nieva.

Vivo bailando en un mar de esfera,
plano como la calma,
tedioso como el vacío,
oscuro como la miel,
esclavo como el África,

Hastió baldado en frases de ideas perfectas, la mirada fija en un punto, los ojos llenos de risa, una esclava en la mano y un olvido sin prisa, un nuevo amor a las puertas, un escozor que hiela,
Tengo sapos en la ventana que me recuerdan la humedad de algunas casas,
tengo esclavos en manzanas domesticando gusanos, para las sabanas,
visto en gallumbos marianos por las mañanas.
Cuelgo en las cuerdas cansadas, del tendal, no de la guitarra.
Cada tarde la colada.
Vivo entre ropa de ayer el mañana.
Compro con pan al hambre
Sedio con sed al agua

Que oscuridad se cierne en el silencio particular del almohadón, qué lee en los días de nada, cuando la noche aprieta y amenaza el alba. Exprimo entre tres gotas la jornada, mientras el paro llena las portadas, Asia a un lado, al otro, Europa…
En un cuadrado de seis lados pasa una mosca el tiempo contando esquinas y ventanas.
En un pequeño secreto se escriben las mentiras, en un orgulloso deseo de tenerte bien en el cabreo y allá, en lontananza pienso que has echado en falta la esperanza de
Encontrarte en todos ojos, de amarte cada mañana,
Ahora con los ojos no apretados te sientas en un sello con las manos en las calzas mientras deletreas tus palabras en gestos agudos, con las manos en las nalgas, escuchas cada verso en amenazana, olha-le al tempo a la cara,
Me pagarías la base reguladora del consejo nacional de estupidez congénita punto por punto…

Busca entre los árboles de tu jardín un cuento de riquezas sin dinero,
De azul entre la tierra, la playa y el cielo