lunes, agosto 25, 2008

Carta en silencio

Cuanto ingrato tiempo he de acariciar, cuanto inmenso cielo habre de contemplar, cuantas nalgas he de frotar,

Porque el dolor no sabe a hiel como debiera y su olor deja lugar a dudas, porque los dedos en los pies arañan y las uñas en las manos tambien, porque no hay cientos de tribus indígenas por descubrir, porque no hay tiempo vivido que repetir, porque no queda un segundo libre entre instante e instante, porque la soledad se instala en el alma por falta de amor, porque los abrazos no cuestan nada, porque los besos pensados saben agria, porque las libertades que te tomas no me gustan nada y nada te ha de gustar que me gusten tus versos porque tus manos no me dicen ya nada porque tienes bolsillos en los pechos y guardas tras tu desnudez unos dientes afilados como… cactus en un vergel… porque el tiempo pasa y pasara, porque los vientos cambian, las nubes se levantan y cae un chaparron, porque ayudarte pasa por no pedir ayuda, porque olvidarte pasa por dejarte de amar, porque tras tantos instantes, en que mi alma, haciendo caso omiso a mi corazon, se despierta del sueño cada mañana no consigo borrate de mi almohada, porque estos dias pasan grises y despacios, porque ya no me haces gracia so payaso.

Puedo cruzar un puente de ida y el mismo de vuelta antes de darme cuenta que me equivoque dos veces ante la nada, un por nada y otra por nada de nada, y aun peno de nada y aun sueño despierto que te vuelvo a Granada…

Por los valles abiertos de tus pechos paso un segundo cada mañana al dormirme de nuevo con la sabana bien pegada, por tus pechos en mis sueños roncinto en lanza por quijotearte esta carta.

No hay dueño en mi pecho, ni puñal ni estaca, ni vampiro ni alianza… tan solo, por acabar de forma clasica, una habitación libre como un cuadro que esconde una puerta del alma…

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